Poemas

Título: Dos viajes

Autor: Arturo Borja

 

Mes de alegría. Brisas de aromas

y melodías tuvo al llegar;

galas variadas las mariposas,

pureza el fuego, grandeza el mar;

y esas lágrimas

que no son tristes,

¡la mocedad!

 

Mes de tristeza. La calavera

tuvo el misterio en su mirar;

monotonía los arenales,

fin presto el humo, pena el llegar;

y esa sonrisa

que no es alegre,

¡la ancianidad!

 

 

Título: En el blanco cementerio (para Carmen Rosa)

Autor: Arturo Borja

 

En el blanco cementerio

fue la cita. Tú viniste

toda dulzura y misterio,

delicadamente triste…

 

Tu voz fina y temblorosa

se deshojó en el ambiente

como si fuera una rosa

que se muere lentamente…

 

Íbamos por la avenida

llena de cruces y flores

como sombras de ultravida

que renuevan sus amores.

 

Tus labios revoloteaban

como una mariposa,

y sus llamas inquietaban

mi delectación morosa.

 

Yo estaba loco, tú loca,

y sangraron de pasión

mi corazón y tu boca

roja, como un corazón.

 

La tarde iba ya cayendo;

tuviste miedo y llorando

yo te dije:– Estoy muriendo

porque tú me estás matando.

 

En el blanco cementerio

fue la cita. Tú te fuiste

dejándome en el misterio

como nadie, solo y triste.

 

 

Título: Para mi tu recuero

Autor: Arturo Borja

 

Para mí tu recuerdo es hoy como la sombra

del fantasma a quien dimos el nombre de adorada…

Yo fui bueno contigo, tu desdén no me asombra,

pues no me debes nada, ni te reprocho nada.

 

Yo fui bueno contigo como una flor. Un día

del jardín en que solo soñaba me arrancaste;

te di todo el perfume de mi melancolía,

y como quien no hiciera ningún mal me dejaste…

 

No te reprocho nada, o a lo más mi tristeza,

esta tristeza enorme que me quita la vida,

que me asemeja a un pobre moribundo que reza

a la Virgen pidiéndole que le cure la herida.

 

 

Título: Visión Lejana (dedicado a Ernesto Noboa Caamaño)

Autor: Arturo Borja

 

¿Qué habrá sido de aquella morenita,

trigo tostado al sol -que una mañana

me sorprendió mirando a su ventana?

Tal vez murió, pero en mí resucita.

 

Tiene en mi alma un recuerdo de hermana

muerta. Su luz es de paz infinita.

Yo la llamo tenaz en mi maldita

cárcel de eterna desventura arcana.

 

Y es su reflejo indeciso en mi vida

una lustral ablución de jazmines

que abre una dulce y suavísima herida.

 

¡Cómo volverla a ver! ¿En qué jardines

emergerá su pálida figura?

¡Oh, amor eterno el que un instante dura!

 

 

Título: A Carmen

Autor: Dolores Veintimilla de Galindo

 

(Remitiéndole un jazmín del Cabo)

 

Menos bella que tú, Carmela mía,

vaya esa flor a ornar tu cabellera;

yo misma la he cogido en la pradera

y cariñosa mi alma te la envía

cuando seca y marchita caiga un día

no la arrojes, por Dios, a la ribera;

guárdala cual memoria lisonjera

de la dulce amistad que nos unía.

 

 

Título: A un reloj

Autor: Dolores Veintimilla de Galindo

 

Con tu acompasado son

Marcando vas inclemente

De mi pobre corazón

La violenta pulsación....

Dichosa quien no te siente!

 

Funesto, funesto bien

Haces reloj....La venida

Marcas del ser a la vida,

Y así impasible también

La hora de la partida.

 

 

Título: Anhelo

Autor: Dolores Veintimilla de Galindo

 

¡Oh! ¿Dónde está ese mundo que soñé

allá en los años de mi edad primera?

¿Dónde ese mundo que en mi mente orlé

de blancas flores…? Todo fue quimera!

 

Hoy de mí misma nada me ha quedado,

pasaron ya mis horas de ventura,

y sólo tengo un corazón llagado

y un alma ahogada en llanto y amargura.

 

¿Por qué tan pronto la ilusión pasé?

¿Por qué en quebranto se trocó mi risa

y mi sueño fugaz se disipó

cual leve nube al soplo de la brisa…?

 

Vuelve a mis ojos óptica ilusión,

vuelve, esperanza, a amenizar mi vida,

vuelve, amistad, sublime inspiración…

yo quiero dicha aun cuando sea mentida.

 

 

Título: Aquel amor lejano

Autor: Ernesto Noboa y Caamaño

 

Ibas sobre la nave como una

sentimental princesa desterrada

que lamentase, triste y olvidada,

la volubilidad de la fortuna.

 

Con nostalgia de amor en la mirada

y palores cromáticos de luna,

pasabas largas horas en alguna

divagación romántica y alada.

 

Y a la luz del crepúsculo en derrota,

evocabas quizá la primavera

de nuestro amor ¡tan dulce y tan remota!

 

Y tu recuerdo ¡oh pálida viajera!

Se perdió, con la última gaviota

que llegó sollozando a mi ribera.

 

 

Título: El fauno

Autor: Humberto Fierro

 

Canta el jilguero. Pasó la racha.

Entre los mirtos resuena el hacha.

 

La rosa mustia se inclina loca

Sobre su fuente, cristal de roca.

 

El fauno triste de alma rubia

Tiene en sus ojos gotas de lluvia.

 

 

Título: Tu cabellera

Autor: Humberto Fierro

 

Tu cabellera tiene más años que mi pena,

¡Pero sus ondas negras aún no han hecho espuma.

Y tu mirada es buena para quitar la bruma

Y tu palabra es música que el corazón serena.

 

Tu mano fina y larga de Belkis, me enajena

Como un libro de versos de una elegancia suma;

La magia de tu nombre como una flor perfuma

Y tu brazo es un brazo de lira o de sirena.

 

Tienes una apacible blancura de camelia,

Ese color tan tuyo que me recuerda a Ofelia

La princesa romántica en el poema inglés;

 

¡Y un corazón del oro... de la melancolía!

La mano del bohemio permite, amiga mía,

Que arroje algunas flores humildes a tus pies.

 

 

Título: Pantomima

Autor: Humberto Fierro

 

Los pobres t.ontos y Colombina

Que le afligieron el corazón,

Le ven trinando su mandolina

En el Trianón.

 

Pierrot, que tuvo la distinción

De que le arruine la poesía

Y que una tarde quedó a la luna,

Es hoy el príncipe de la Ilusión

Y va en el cano de la Fortuna

Con sus lacayos y su blasón.

 

Y así le miran los denigrantes

De su preciosa filosofía,

Con las camelias y los diamantes

De la Princesa Melancolía.

 

 

Título: Emoción Vesperal

Autor: Ernesto Noboa y Caamaño

 

Hay tardes en las que uno desearía

embarcarse y partir sin rumbo cierto,

y, silenciosamente, de algún puerto,

irse alejando mientras muere el día;

 

Emprender una larga travesía

y perderse después en un desierto

y misterioso mar, no descubierto

por ningún navegante todavía.

 

Aunque uno sepa que hasta los remotos

confines de los piélagos ignotos

le seguirá el cortejo de sus penas,

 

Y que, al desvanecerse el espejismo,

desde las glaucas ondas del abismo

le tentarán las últimas sirenas.

 

 

Título: Al General Lamar

Autor: José Joaquín de Olmedo

 

No fue tu gloria el combatir valiente,

ni el derrotar las huestes castellanas;

otros también con lanzas inhumanas

anegaron en sangre el continente.

 

Gloria fue tuya el levantar la frente

en el solio sin crimen, las peruanas

leyes santificar, y en las lejanas

playas morir proscrito e inocente.

 

Surjan del sucio polvo héroes de un día,

y tiemble el mundo a sus feroces hechos:

pasará al fin su horrenda nombradía.

 

A la tuya los siglos son estrechos,

Lamar, porque el poder que te dio el cielo

sólo sirvió a la tierra de consuelo.

 

 

Título: Décimas

Autor: José Joaquín de Olmedo

 

Para templar el calor

de la estación y la edad,

me abandonas sin piedad,

mi hechizo, mi único amor.

Te engañas, porque el ardor

de un alma fina y constante,

si está de su bien distante,

crece en el agua, en la nieve,

y sólo templarse debe

en el seno de un amante.

 

Ven, pues, dulce amiga, luego,

que tú eres la sola fuente

que puede mi sed ardiente

saciar, y templar mi fuego.

En vano buscaré ciego

más gracia, más perfección,

otro afecto, otra pasión,

porque tus ojos divinos

solos saben los caminos

que van a mi corazón.

 

 

Título: Las alas rotas - Suspiria de profundis, 1917

Autor: Medardo Ángel Silva

 

En continuas orgías cuerpos y almas servimos

a los siete lobeznos de los siete pecados:

la vid de la Locura de sus negros racimos

exprimió en nuestras bocas los vinos condenados.

 

Pálidas majestades sombrías y ojerosas,

lánguidos oficiantes de pintadas mejillas

se vieron coronados de nuestras frescas rosas

y en la Misa del Mal doblamos las rodillas...

 

Y acabado el festín -al ensayar el vuelo

hacia el puro Ideal- como heridas gaviotas

las almas descendieron al putrefacto suelo,

asfixiadas de luz con las alas rotas!

 

 

Título: Ofrenda a la Muerte

Autor: Medardo Angel Silva

 

Muda nodriza, llave de nuestros cautiverios,

Oh, tú que a nuestro lado vas con paso de sombra,

¡Emperatriz maldita de los negros imperios,

¿cuál es la talismánica palabra que te nombra?

Puerta sellada, muro donde expiran sin eco

De la humillada tribu las interrogaciones,

Así como no turba la tos del pecho hueco

La perenne armonía de las constelaciones…

Yo cantaré en mis Odas tu rostro de mentira,

Tu cuerpo melodioso como un brazo de lira,

Tus plantas que han hollado Erebos y Letheos.

Y la serena gracia de tu mirar florido

Que ahoga nuestras almas, exentas de deseos,

En un mar de silencio, de quietud y de olvido.

 

 

Título: Ojos africanos 1914

Autor: Medardo Angel Silva

 

Ayer miré unos ojos africanos

en una linda empleada de una tienda

Eran ojos de noche y de leyenda

eran ojos de trágicos arcanos...

 

Eran ojos tan negros, tan gitanos,

vagabundos y enfermos, ojos serios

que encierran cierto encanto de misterios

y cierta caridad con los hermanos...

 

Ayer miré unos ojos de leyenda

en una linda empleada de una tienda

ojos de huríes, débiles, huraños.

 

Quiero que me devuelva la mirada

que tiene su pupila apasionada

con el lazo sutil de sus pestañas.

 

 

Título: Se va con algo mío

Autor: Medardo Ángel Silva

 

Se va con algo mío la tarde que se aleja;

mi dolor de vivir es un dolor de amar;

y al son de la garúa, en la antigua calleja,

me invade un infinito deseo de llorar.

 

Que son cosas de niño, me dices; quién me diera

tener una perenne inconsciencia infantil;

ser del reino del día y de la primavera,

del ruiseñor que canta y del alba de Abril.

 

¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;-

trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora-

como la flor que aroma la vida y no lo sabe,

como el astro que alumbra las noches y lo ignora!

 

Partners