FUNDACIONES DE CIUDADES ECUATORIANAS (VERDAD HISTORICA)
Fundación española de Manta (2 de marzo de 1534)
FUNDACIÓN DE MANTA POR PEDRO DE ALVARADO
La fundación española se realizó el 2 de marzo de 1534, con el nombre de San Pablo de Manta; sobre el fundador hay dos versiones, la que sostiene que fue realizada por el Cap. Pedro de Alvarado; y la otra que asegura que fue Dn. Francisco Pacheco.
El 10 de febrero de 1534, el conquistador Dn. Pedro de Alvarado, Gobernador de Guatemala, Honduras y Chiapas, llegó a la Bahía de Caráquez, con una armada compuesta por: el galeón San Cristóbal, las naves Santa Clara, Buenaventura y Concepción, los navíos San Pedro y Santiago, con una dotación de quinientos españoles, dos mil nativos de México y Guatemala, doscientos negros esclavos y doscientos caballos. Su misión era la conquista del Reino de Quito.
Mientras llegaban todos sus navíos, descansaron con sus expediciones en Charapotó, en donde los nativos les brindaron hospitalidad; ésta cambió en vista del abuso y maltrato de los oficiales españoles, por lo cual tuvieron que trasladarse a Manta y Puerto Viejo; por lo que es problable que Alvarado haya resuelto la fundación de San Pablo de Manta a su llegada el 2 de marzo de 1534.
FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE GUAYAQUIL (25 DE JULIO DE 1537)
Después de la ejecución de Atahualpa por los españoles (26 de julio de 1533), los ejércitos quiteños retornaron al Reino de Kuito y Rumiñahui preparó la ofensiva a la incursión española. Los españoles se repartieron el tesoro entregado como rescate, a pesar que no cumplieron con la liberación los peninsulares.
Francisco Pizarro quedó como Gobernador del Kuzko y Sebastián de Benalcázar fue nombrado Teniente de Gobernador de San Miguel de Piura; pero al tener informaciones que el tesoro provenía del norte, emprendió su salida hacia el reino de Kuito, sin conocimiento de Pizarro.
Al llegar a las regiones del monarca asesinado en Cajamarca (Atahualpa), tuvo que enfrentar la feroz resistencia quiteña dirigida por Rumiñahui, especialmente en los combates en la "Nariz del Diablo" y en "Tiocajas", con resultados favorables para los españoles, debido a la sorpresiva erupción del "Cotopaxi" o del "Tungurahua". Sebastián de Benalcázar, en posesión de la región, emprendió una tenaz persecución a Rumiñahui, quien fue hallado mal herido al saltar desde un peñazco. Finalmente fue tomado prisionero y ejecutado.
Enterado Francisco Pizarro de la traición de Benalcázar y en conocimiento de la llegada de Pedro de Alvarado, gobernador de Guatemala, quien venía con el propósito de conquistar las regiones del norte, envió a Diego de Almagro a poner orden en esas regiones, que las consideraba bajo su dominio y autoridad y en las intenciones del adelantado Sebastián de Benalcázar y del Gobernador Pedro de Alvarado.
Ordenó además a su emisario Almagro, que ordene al Capitán Francisco Pacheco, a que efectuare la fundación de la Villa Nueva de San Gregorio de Puerto Viejo, confirmándole a la vez el cargo de Teniente Gobernador y Capitán General de esa región.
El cap. Francisco Pacheco antes de cumplir el encargo fundacional de Puerto Viejo, realizó la fundación de la Villa San Pablo de Manta, en una pequeña bahía, posiblemente entre el 2 y 10 de marzo de 1535, conforme lo sostiene el cronista: Pedro Cieza de León (un año después de la realizada por Alvarado) y el historiador Marshall Seville.
Diego de Almagro, llegó a Cicalpa, sitio cerca de la laguna de Colta. Después de convencer a Benalcázar, armaron la estrategia para frenar las ambiciones de Pedro de Alvarado y deciden fundar una ciudad.
Fundación española de Santiago de Quito
(15 de agosto de 1534)
En tales circunstancias, decidieron como medida estratégica, fundar una ciudad, aunque sea de forma apresurada, la que la efectuaron en Cicalpa, un lugar cercano a Riobamba, a la que bautizaron como "Santiago de Quito", el día 15 de agosto de 1534.
Fundación española de San Francisco de Quito
(28 de agosto de 1534)
A los trece días de fundada la ciudad de Santiago de Quito, Almagro y Benalcázar, resuelven fundar otra ciudad, por razones geográficas, políticas y jurídicas; la cual ocurrió el 28 de agosto del mismo año de 1534, pero de inmediato fue trasladada al sitio que en su lengua significaba kitu o kito, decidieron además dar el nombre de San Francisco de Quito.
Para dar testimonio de dichos acontecimientos, redactaron el acta correspondiente, con lo cual, los hechos fundacionales se revestían de legalidad, conforme sañalaba el derecho peninsular, por lo que, al crear una urbe o ciudad, dotada, inclusive del organismo jurídico, llamado Cabildo, que era lo que representaba a la Soberanía real.
Alvarado y Almagro firman el acuerdo
Enterado Alvarado de los acontecimientos desarrollados por sus compatriotas peninsulares, no le quedó otra alternativa que allanarse a los hechos consumados; procedió en forma pacífica, hacer entrega del material bélico y traspasar el derecho sobre las embarcaciones que había dejado acoderadas en las costas del golfo.
Firmaron un acuerdo económico y procedió a conceder la libertad a los miembros de su expedición, dándoles la opción de quedarse o regresar con él a Guatemala.
Traslados o mudanzas de Santiago de Guayaquil
Retomar el golfo en la costa se volvió inaplazable, por muchas razones, como la de controlar Puerto Viejo, como unidad jurisdiccional; punto de apoyo estratégico para las movilizaciones, la necesidad de un puerto para las interrelaciones comerciales de productos.
Benalcázar se trasladó al Perú, para obtener la autorización de Pizarro a sus ambiciosos planes.
Traslados y fundación definitiva de Guayaquil
(25 de julio de 1535)
Sebastián de Benalcázar, aprovechó de su viaje al Perú y debidamente autorizado por el cabildo en San Francisco de Quito, para trasladar la ciudad de Santiago de Quito, fundada el 15 de agosto de 1534 en Liribamba (cerca a Riobamba).
El lugar escogido para el reasentamiento, resultó ser Chilintomo o de la Cruz, cuyo sitio corresponde al Estero de Dimas y dejó como encargado a Don Diego de Daza.
Al regreso de Benalcázar del Perú, con la autorización del gobernador Francisco Pizarro, se enteró que dicho asentamiento había sido incendiado por los bravos y aguerridos Huancavilcas.
Benalcázar en mutuo consentimiento de Pizarro, para organizar una ciudad en el golfo, buscó el lugar y la asentó en Chada, un lugar cercano a la boca del río Yaguachi, sobre el río Amay (Babahoyo); cuyo sitio fue reconocido como Santiago de Amay (1535), bajo la protección del Cap. Francisco de Zaera, quien tuvo que viajar al Perú, llamado por Pizarro, por lo que fue incendiada y arrasada por los rebeldes aborígenes de la zona.
Francisco Pizarro, al conocer de los incendios, destrucción y desapariciones de los asentamientos en los lugares asignados desde su primera fundación (15 de agosto de 1534) y también de los traslados o mudanzas (Chilintomo, Estero de Dimas, Chaday) ordenó al Cap. Francisco de Orellana para que organizara la fundación definitiva, una nueva ciudad en un lugar del golfo.
Avanzó por la planicie de Lominchao y se asentó en otro sitio llamado "Guayaquile", a orillas del río Amay (Babahoyo) con el nombre de "Santiago de la Nueva Castilla", el 25 de julio de 1537 (el nombre era en honor al santo Santiago el Mayor, cuyo honomástico corresponde al mismo día de la fundación).
Traslado de la ciudad al Cerro Verde, de la Culata o del Carmen
En el golfo los habitantes leales al rey, dirigidos por el capitán Francisco de Olmos, ajusticiaron al teniente de gobernador de Santiago de Guayaquile de la Nueva Castilla, el pizarrista Manuel Estacio, el 6 de abril de 1547.
En previsión de retaliaciones de parte de Gonzalo Pizarro, los capitanes Francisco de Olmos, Rodrigo Vargas de Guzmán y Toribio de Castro, acompañados de un numeroso grupo de habitantes, navegaron por el río Amay (Babahoyo), llegaron a la desembocadura del mismo (hoy río Guayas) y llegaron hasta el pie del cerro Verde (Santa Ana) y lograron el reasentamiento definitivo de la ciudad de Santiago de Guayaquile de la Nueva Castilla, que es el mismo sitio en el que se halla actualmente la hermosa y pujante ciudad del río y del estero, la bella ciudad de Guayaquil.
De estos hechos no hay actas que fundamenten aquellos acontecimientos; pero en cambio hay referencias de respetables autores denominados cronistas de indias; como: Pedro Cieza de León, Francisco López de Gomara, Agustín de Zárate, Cabello de Balboa, Alvar Núñez Cabeza de Vaca (autor del libro Naufragios, que se refiere a los galeones hundidos en los océanos Pacífico y Atlántico, durante los viajes de la conquista y colonia española), Dionicio Alcedo Ugarte y Herrera, Miguel de Estete (fue quien arrebató la orla quiteña al rey Atahualpa y escribió el libro “Relación de la Conquista del Perú”, publicada por primera vez por el quiteño Carlos Manuel Larrea), Antonio de Herrera y Tordecillas (cronista Real) y autor de la “Historia General de los hechos de los castellanos en las islas de Tierra firme del mar océano”; los historiadores norteamericanos: Guillermo Prescott (1796-1859) y Marshall Seville.
A partir del hecho fundacional en Cicalpa, de Santiago de Quito (Kitu), se efectúan las mudanzas o traslados anteriormente reseñados.
La fundación realizada por Orellana y ordenada por el gobernador Francisco Pizarro, por razones geopolíticas y una visión estratégica, por su extraordinaria ubicación para la conexión con España, y al no poder encontrarse el acta de fundación, por haberse extraviado a causa de las continuas inundaciones que padecía la ciudad, por los asaltos y agresiones de los nativos Huancavilcas, quienes no estaban de acuerdo con la incursión de los blancos y barbudos, y que al final la ciudad terminaba incendiada.
Ante esta falta del acta, el estudioso investigador, catedrático e historiador bolivarense, el Ab. Medardo Chano Mora, fundador y rector del colegio “Seis de Marzo”, sugiere como solución para dar autenticidad a la fundación realizada por Francisco de Orellana, a través de la acreditación procesal y mediante la presentación de documentos con valor probatorio jurídico y concluyente, que serían:
En cuanto a las anteriores fundaciones de la legítima y duradera, realizada por Francisco de Orellana, el 25 de julio de 1537; éstas: tanto la primera en Cicalpa, con el nombre de Santiago de Quito (15 de agosto de 1534); la de las mudanzas y traslados a Santiago del Estero de Dimas y la de río Babahoyo, Santiago de Chaday, a orillas del río Amay, y que éstas dejaron de existir y quedaron autoeliminadas; además, por cuanto Francisco Pizarro, en su calidad de Gobernador del Perú, dio la orden a Orellana (1536) la de fundar una ciudad en el sitio conocido como Guayaquile, a orillas del mismo río Amay (río Babahoyo), a la altura de Yaguachi y cercano al golfo de los Huancavilcas. Para poner fin a las mudanzas y traslados que en nada beneficiaba a Pacífico, para establecer la comunicación marítima con España. El nombre Guayaquil sirvió en época de la Gran Colombia para denominar a la provincia, cuyo nombre se mantuvo hasta que fue cambiada con la denominación de provincia del Guayas, según la Ley de División Territorial (29 de mayo de 1860) durante el gobierno provisorio de Quito (García Moreno, Jerónimo Carrión, Plácido Chiriboga y Rafael Carvajal), durante el llamado período crítico (1859 – 1875), en que el Ecuador atravesaba por la peor crisis política.
Otro fundamento importante de la extinción histórico-jurídica de Santiago de Quito y las correspondientes a las mudanzas por varios sitios, hasta llegar a la definitiva fundación realizada por Francisco de Orellana, el 25 de julio de 1537, es, por cuanto: todos los derechos anteriores a esta última fundación perdieron su capacidad de establecer nexos de conexión y continuidad, que son las únicas que producen hechos y acontecimientos históricos del pasado y que subsiste hasta el presente con significación social, puesto que al no encontrar ésta, el historiador no puede relatar los hechos del pasado que se mantengan relacionados con el presente.
En cuanto a la aceptación del hecho histórico de la fundación de la actual ciudad de Guayaquil, con el nombre de “Santiago de la Nueva Castilla”, el 25 de julio de 1537, es por ser la única que subsiste con relación social del pasado con el presente. Con estos argumentos basados en autoplanteamientos de hipótesis, acompañados de lógica y además con verdades históricas relatadas por los cronistas de indias, ningún historiador capaz, sensible y con razonamiento lógico se opondrá a que se acepte el 25 de julio de 1537, como la verdadera fundación de nuestra ínclita ciudad de Guayaquil, denominada con justicia a sus méritos como la Perla del Pacífico.