"YA NO TE QUIERO, PERO NO TE OLVIDO."
El macareño señor Agustín Ruiz Quevedo, entregó un largo poema de 12 estrofas al telegrafista del lugar y maestro de violín, el lojano Manuel de Jesús Lozano, para que componga la música, quien al poco tiempo hizo escuchar a sus amigos el hermoso poema "Ya no te Quiero, pero no te olvido", con música en ritmo de pasillo, el cual fue estrenado el 24 de mayo de 1935, por el dúo "Valdijar", integrado por Teobaldo Valdiviezo y José Agustín Ruiz Quevedo, autor de la letra, en una velada literaria -musical, en el renombrado Centro Cultural "Simón Bolívar", un organismo Clarista muy respetado por los ciudadanos macareños. En vista de la melodiosidad del sentimental pasillo decidieron grabar en Radio El Prado de Riobamba (1935), en las voces de las hermanas Marín, quienes gozaban de gran popularidad, con el acompañamiento de la orquesta El Prado, para el sello "Víctor", de la misma RCA Víctor.
Lamentablemente, ante la ausencia de receptores en Macará (1935), los autores de la letra José Agustín Ruiz y Quevedo y don Manuel de Jesús Lozano, compositor de la música, tuvieron que trasladarse hasta el Perú para escuchar en casa de su buen amigo el señor Felipe Burneo de la Tinra, quien recibió complacido a la caravana de melómanos macareños que cruzaron el rio Macará a las 7:00 pm, para escuchar en su casa la audición radial en la que se pasaba en forma continua la sentimental melodía en ritmo de pasillo.
Al escuchar la melodía, el ambiente de la hospitalaria casa se llenó de júbilo y algarabía, cuyos presentes emocionados abrazaban para felicitar a sus inspirados compositores de la letra -José Agustín Ruiz y Quevedo - y de la música, don Manuel de Jesús Lozano.
"LEJOS DE TI"
Don Víctor Manuel Valencia Nieto, nació el 24 de diciembre de 1894, en el valle de Machachi, cabecera del cantón Mejía, en la provincia de Pichincha. Su formación cultural y artística es producto de una férrea autoeducación; ejecutaba la guitarra y el piano. Reconocido autor y compositor de más de sesenta melodías que permanecen enraizadas en el pentagrama musical ecuatoriano, entre ellos los albazos "Ay no se puede", "Dolencias", "Tormentos", los yaravíes "Quiero, aborrezco y olvido"; "Tu engaño", pasillos: "Oye mujer, Lejos de tí ", "Es en vano"; "Mi voluntad"; "Hacia el ayer", "En la cruz".
El pasillo "Lejos de tí", tiene una anécdota muy interesante: Víctor Manuel Valencia Nieto con doña Laura Quijano eran felices y vivían radicados en Quito .
Los esposos tuvieron alguna divergencia y su esposa Laura, para demostrar su coraje tomó la decisión de marcharse a Machachi, en donde vivían sus familiares.
El esposo Víctor Manuel, sintió de inmediato la ausencia de su adorada consorte y empezó a sentir la ausencia. Para aplacar su nostalgia tomó la guitarra y en medio de una tristeza infinita, a la vez que iba entonando oralmente los tristes sollozos que venían a su mente; a los cuales, Víctor, como inspirado poeta los iba organizando en versos, los mismos que expresaban lo que él sentía en esos momentos tristes de recuerdo y nostalgia:
"Lejos de tí ”, parece que le falta luz a mis ojos, y a mi cuerpo vida, lejos de ti parece que mi alma de pena, de pena y de dolor está oprimida".
Conforme iban apareciendo los sentidos versos, al compás de su guitarra iba componiendo los acordes en ritmo de pasillo.
"CORAZÓN QUE NO OLVIDA"
"Corazón que no olvida", es el título del poema de Emiliano Ortega Espínoza, y música de Segundo Cueva Celi, ambos lojanos.
La primera grabación de esta hermosa melodía en ritmo de pasillo fue realizada en Radio "El Prado" de Riobamba, con la delicada voz de Carlota Jaramillo. Después fue grabado por la RCA Víctor (1938) en disco de pizarra.
De este sentimental pasillo hay una anécdota muy interesante con la historia personal y sentimental de un sacerdote que cumplía su misión apostólica en una iglesia de una parroquia rural de uno de los cantones de la provincia fronteriza de Loja. El sacerdote, con infinita nostalgia refirió, al poeta, maestro y escritor lojano señor Emiliano Ortega Espinoza la anecdótica historia amorosa que vivió en su juventud, con una hermosa mujer campesina a la que profesaba un incomparable amor.
Aquel joven, hallábase en plena juventud viviendo en brazos del amor junto a la mujer que era toda su vida; pero de pronto el apasionado amante sintió que ese amor se desvanecía, que había sido solo una quimera, propia de su juventud, que al no ser correspondido por la mujer que amaba sus ojos se empaparon de lágrimas; por lo que el joven se preguntaba cómo pudo aquel gran amor volverle triste; cuya tristeza hacia pade- cer aquella pobre entraña adolorida; además insitía a que le diga si alguna vez tuvo un amor como el suyo.
Ella era como una fuente escondida, era una flor de ilusión de todo cuanto existe, a pesar de su cariño -el de ella- era todo para su vida, a pesar de ello, ese amor lo volvió triste.
Es la triste historia de un joven enamorado que se vistió de luto para toda su existencia, al cubrirse con los hábitos de sacerdote.
"VASIJA DE BARRO"
El danzante "Vasija de Barro", fue compuesto de improviso en una noche de tertulia y farra, llevada a cabo en la casa del pintor Oswaldo Guayasamín, el 7 de noviembre de 1950, en donde estuvieron invitados los poetas: Jorge Carrera Andrade, Hugo Alemán y Jorge Enrique Adoum y a la que asistió también el popular dúo "Benítez y Valencia", y también Rolf Blomberg, el pintor Jaime Valencia y Liliam Robinson.
La noche de la anecdótica reunión, el pintor Guayasamín había terminado de pintar un último cuadro que lo había titulado: "El Origen".
El poeta Jorge Carrera Andrade, tuvo la idea de escribir un poema en forma colectiva con la participación de los asistentes y fue el primero en dar inicio, con la primera estrofa que la transcribió al cuaderno:
"Yo quiero que a mí me entierren / como a mis antepasados / en el vientre oscuro y fresco / de una vasija de barro".
Pasó el cuaderno a su colega el poeta Hugo Alemán, quien continuó:
"Cuando la vida se pierda / tras una cortina de años / viviran a flor de tiempos / amores y desengaños".
El pintor Jaime Valencia en su turno continuó: “Arcilla cocida y dura / alma de verdes collados / barro y sangre de mis hombres / sol de mis antepasados”.
El poeta Jorge Enrique Adoum, remató:
“De ti nací y a ti vuelvo / arcilla, vaso de barro / con mi muerte yazgo en ti, / en tu polvo enamorado”.
Gonzalo Benítez, tomó la letra y puso la música al poema "Vasija de Barro".
Con su compañero "Potolo" Luis Valencia, interpretaron la melodía, que fue grabada (1976).
"EL ALMA EN LOS LABIOS"
"El Alma en los labios", fue escrito el día preciso en el que el poeta cumplía 21 años, es decir, su mayoría de edad; y estaba dedicado a su prometida Rosa Amada Villegas Morán.
La noticia del tráico fallecimiento del poeta Silva llegó a Cuenca. En el popular salón "El Perico", se hallaba un grupo de bohemios y salió a comentario la trágica noticia.
- ¡Oye Pancho! qué tal, si pones la música a ese bellísimo poema. El aludido era el compositor Francisco Paredes Herrera, quien lacónicamente expresó: -¡Ya veremos!
A los pocos días, se encontró con el poeta Alfonso Estrella Merchán, quien entregó el poema “El Alma en los labios” publicado en diario "El Telégrafo", y expresó:
-¡Este poema es bellísimo! ¡Debes poner la música!
Paredes Herrera envió su nueva y sentida composición de inspiración del poeta suicida Medardo Ángel Silva, "El alma en los Labios” . El empresario guayaquileño, impresionado del tema, difundió partitura impresa, la grabó y la hizo debutar en el popular "Olmedo" a la renombrada artista Estrella Irú, con la interpretación "El alma en lo labios" y otras canciones del ya prestigioso compositor.
José Alberto Valdiviezo Alvarado, conocido como "Diablo Ocioso", trató de impugnar la autoría musical de Francisco Paredes Herrera del pasillo "Alma en los labios" y atribuyéndose él, dicha autoría; quien en verdad puso música al sentido poema "El alma en los labios", y fue publicado en el "Cancionero del Guayas" Nº 12; pero, dicha composición es otra, totalmente diferente a la compuesta por Paredes Herrera.
"GUAYAQUIL DE MIS AMORES"
Medardo Angel Silva tenía costumbre ir una cafetería (Morro y Bolívar, hoy Víctor Manuel Rendón), que expendía el café y bebidas, en donde se reunía con asiduos amigos para departir momentos de bohemia. Allí compuso unos versos y recitó a sus amigos Ramón Henríquez Rosales y al primo de éste: José Rumbea Rosales, quienes escucharon el poema, “Guayaquil de mis amores”. El poeta Silva, tenía costumbre entregar lo que escribía a su madre (Mariana Rodas) y a su enamorada (Rosa Amada Villegas).
Después de la muerte del poeta, su amada se comprometió con el maestro orense Lauro Dávila, y a los pocos días de casados, ella manifestó: -Medardo, me encargó unos papeles con poemas, compuestos por él. Su esposo, entregó el poema “Guayaquil de mis amores” al compositor Nicasio Safadi para que ponga la música.
A los pocos días, Safadi y su compañero el “Pollo” Enrique Ibáñez Mora (Dúo Ecuador) se acercaron al almacén de música de don Francisco Feraud Guzmán y lo hicieron escuchar la melodía. Emocionado el empresario decidió viajar con los artistas a Nueva York, para grabar. En los estudios de grabación el maestro Safadi dio el nombre de los autores, asignando la autoría de la letra a Lauro Dávila, por haber sido él, quien entregó el poema y su nombre como compositor de la música. Posiblemente es allí en donde radica la confusión; pues, pensamos que el maestro Dávila de honestidad absoluta, jamás habría querido atribuirse algo que no le correspondía; pero, asimismo ante el éxito abrumador del mismo y ante la falta de testigos (sólo el de su esposa), no desmintió ni corriguió el error.
El disco grabado por la RCA Víctor fue anunciado al público que hizo una larga columna para comprarlo, el mismo que a las dos horas se agotaron cuatro mil discos grabados.
"FLORES NEGRAS"
"Flores negras", escrito por el inspirado poeta colombiano Julio Flores Roa.
En cuanto a la música no se ha establecido aún al verdadero compositor de la misma, y han circulado varias versiones, entre ellas la de atribuir al mismo poeta como autor de la letra y la música sin elementos de comprobación. En cuanto a lo de atribuir a don Carlos Amable Ortiz Cobos, compositor cuencano, no corresponde a la verdad, pues aquel maestro azuayo es autor de otra versión titulada "Mis Flores Negras", a igual que su coterráneo Francisco Paredes Herrera, también en ritmo de pasillo, mientras que el poema del colombiano Flores se titula "Flores Negras", pero asimismo en ritmo de pasillo. Varios poemas publicados en el libro "Sus mejores poesías", del notable apolonida colombiano han sido musicalizados por conocidos compositores ecuatorianos, entre ellos: "Gotas de ajenjo", con música del cuencano Carlos Arízaga Toral y del imbabureño Segundo Luis Moreno; además otros en ritmo de pasillo; "Amor Materno", "No me hables" y "Reproches", del maestro lojano Segundo Cueva Celi; "Sueños de Opio", del guitarrista y compositor Nicasio Safadi -libañes, nacionalizado ecuatoriano- Otros pasillos, son: "No te podré olvidar" del guayaquileño, Carlos Solís Morán; "Es en vano", de Víctor Valencia Nieto (Machachi, Pichincha).
Julio Flores Roa, poeta colombiano, nació en Chiquinquirá, en el año de 1867 -posiblemente-, cuyos primeros versos fueron publicados en la antología "La lira nueva" (1886). Estuvo integrado al grupo que publicó la "Revista Gris" (1900 - 1904). Durante su vida se caracterizó por ser un hombre melancólico, amargo, que causaba aflicciones y disgustos. Destacó como poeta, con sus poemas breves que recogió en sus libros: "Cardos y Lirios" (1905), "Manojo de zarzas" (1908), "Gotas de Ajenjo" (1909) y "Oro y ebano" (libro póstumo).
Jaime Rico Salazar, afirma en su libro "Las canciones más bellas de Colombia": “Definitivamente y sin temor a equivocaciones el autor de la letra y de la música es Julio Flores y fue compuesto por el año de 1903".
DANIEL SANTOS
En el renombrado teatro "Olmedo", y los cines: "Apolo", "Guayas", "Luque", "Colón", "Eden", entre otros ya desaparecidos, se presentaban espectáculos. En la década de los años cincuenta llegaron afamados artistas de todas partes: como "Toña La Negra, "Tongolele", Felipe Pirela, Olga Guillot, Rolando La Serie, Rosita Quintana, Roberto Ledesma, Lucho Barrios, etc.
Se presentó en el cine Apolo, el Inquieto anacobero, o el jefe, como era llamado Daniel Santos, al aparecer en el escenario el esperado Daniel Santos fue ovacionado a rabiar y de pronto empezó a cantar en forma desacompasada y con voz ronca por hallarse con una afectación a su garganta; el público se impacientó y empezó a lanzar palos, muebles, focos, lámparas, el artista, tuvo que ser rescatado por la policía y llevado al Cuartel Modelo de la Policía Nacional.
Recluido en la carcel el inquieto anacobero, después de reponerse del susto, mandó a sus representantes artísticos a que le trajeran una guitarra y una botella de Whisky. Con el instrumento y la botella adentro el Jefe, empezó a rasgar la guitarra y a componer versos en relación con el lamentable acontecimiento que estaba pasando. Cuando ya casi había vaciado la botella, había terminado de componer su popular melodía "Cataplúm pa' dentro anacobero", en ritmo de guaracha, la que al ser escuchada, sus compañeros presos lo vitoreaban y aplaudían emocionados y veían como solito se alzaba la botella de Whisky para beber a "pico de botella" y además coreaban la canción.
En cuanto al origen de su afección a la garganta hay algunas versiones: que tenía costumbre de tomar una droga, la que no llegó a tiempo desde el extranjero; se ha llegado a sostener que Daniel Santos tenía prescripción médica para consumir aquella droga y además marihuana.
“FALTANDOME TU”
El popular pasillo “Faltándome tú” es de la creación de don Carlos Alberto Falquez Betancourt, quien nació en la ciudad de Riobamba, pero fue registrado en Guayaquil, el 11 de diciembre de 1933. Realizó los estudios en el puerto principal y cultivó el arte musical, ejecutaba la guitarra y la melódica.
Escribió la letra y compuso la música de la sentimental melodía "Faltándome tú" en ritmo de pasillo; la misma que le vino a su mente mientras viajaba con su familia al balneario de General Villamil (Playas). Los intérpretes que han popularizado son: Liliam Suárez, "Hnos. Villamar", Tito del Salto y la colombiana Claudia. También es autor de "Hombre de Montaña", "Río Vinces" y "Cuando yo muera".
En la Perla del Pacífico, estaba dedicado a la empresa privada junto a su familia; después su hija Laura Isabel Falquez, junto a su esposo Jhonny Wated García, instalaron una fábrica de alimentos y en la cual don Alberto se encargaba de promocionar y comercializar los productos que elaboraba la fábrica familiar, entre aliños, salsa de tomate, etc.
Un fin de semana salió a vender los productos hacia la vecina província de Los Ríos y llegó hasta Ventanas, en donde por lo general, los días domingos, los campesinos que vienen de los recintos de dicha jurisdicción tienen la costumbre de libar hasta perder el conocimiento; fue así que el domingo 7 de septiembre de 1980, mientras don Carlos Alberto Falquez Betancourt, se hallaba en la floreciente ciudad fluminense de Ventanas, cumpliendo con su trabajo, un campesino embriagado, hizo disparos al aire y uno de ellos impactó por casualidad al inspirado compositor, a quien lo trasladaron hasta el hospital "Luis Vernaza" de Guayaquil, en donde fue hospitalizado, pero ante la gravedad del hecho, falleció el 12 de septiembre de 1980.